avergüenza, sino todo lo contrario, defender esta idea de que al Estado
compete todo lo que contribuya al bienestar de los ciudadanos, entre lo cual
ocupa un primerísimo orden todo lo que se refiere a la economía y a la
producción. Si para evitar abusos y desigualdades es necesario que inter-
vengan los poderes públicos en esas áreas pues han de hacerlo. Precisamente
si se suprime esa intervención se está emprendiendo la vía más rápida para
retornar a las condiciones sociales del siglo XIX.
Porque, vamos a ver, cuáles eran las condiciones sociales y económicas del
siglo pasado. La industrialización estaba a expensas de la iniciativa privada.
El resultado es que nuestro país perdió el tren de la revolución industrial. Son
necesarios grandes proyectos que requieren cuantiosos desembolsos que no
pueden realizar los particulares y deben ser afrontados por los poderes públi-
cos. Pero es que el siglo XIX con su competitividad y su iniciativa privada
tampoco resolvió el problema de la seguridad social. Tuvo que intervenir el
Estado para que pudiera haber asistencia social y pensiones para los trabaja-
dores que llegaban a situaciones de enfermedad y vejez en las que ya no po-
dían seguir trabajando. Otra forma de intervención estatal es la de las becas de
estudios, que son una forma de procurar algún tipo de igualdad de oportuni-
dades en el terreno de la formación cultural. En el mundo decimonónico de la
iniciativa privada solo podían estudiar los hijos de las fa
m
ilias pudientes
m
ien-
tras que los que nacían en un hogar pobre quedaban destinados para toda la
vida, cualesquiera que fueran sus capacidades, a un nivel cultural que les cerra-ba
cualquier posibilidad de promoción social. Por eso los hijos del siglo XIX,
que vivieron en su carne las consecuencias de aquel sistema injusto, soñaron
con otro tipo de sociedad. Los frutos de aquellos sueños y de la lucha empren-
dida para realizarlos fueron los logros del siglo XX en materia de seguridad
social, fueron las revoluciones socialistas de esta centuria, fueron el Estado
del Bienestar y la intervención estatal para eliminar los casos más sangrantes
de injusticia social.
N
o es extraño que a los señores del
Partido Popular
no les agraden esos logros
del
siglo
XX
y quieran construir un siglo
XXI
que se parezca al
XIX
cuando sólo
había oportunidades para los hijos de pap
a. P
ara conseguirlo están dispuestos a
limitar al máximo la intervención estatal en materia económico-social, a
privatizar toda la propiedad pública, a cargarse la Seguridad Social... y para
m
ás
«
inri
»
nos tildan de desfasados y trasnochados a los que pretende
m
os que
continúe en el próxi
m
o siglo
XXI
el progreso social que dio a este siglo XX un
carácter revolucionario y único co
m
o ja
m
ás se había conocido en la historia.
Entendemos que privatizar el sistema económico es una barbaridad tan grande
como si se pretendiera privatizar el sistema judicial. Imaginemos lo que